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domingo, 12 de agosto de 2012

Hoy, es de esos días en los que apetece estar en casa. Afuera el frio es intenso y llueve. Desde aquí, desde mi cama puedo ver como las gotas chocan una y otra vez en los cristales de la ventana y además puedo ver como la palmera que está al otro lado de la calle se mueve por el fuerte viento. Parece como si se fuera a caer en la calle mojada. No hay gente, la calle está desierta seguramente la gente como yo ha decicido quedarse también en su casa. Pongo un poco de música, no muy alta para que no le moleste al vecino del quinto y mucho menos me gustaría despertar a mi gato. Se pasaría toda la tarde pidiéndome que le haga mimos o la costumbre de la tarde; carne de gato.
Nada más llegar he puesto a funcionar el contestador. Había dos mensajes; uno de mi padre pregutándome que tal estaba y el mensaje de Gonzalo. Fue tanto lo que sentí cuando oí su voz que aún me pregunto porqué mi corazón de repente se aceleró en pulsaciones, iban a tanta velocidad...
- Me gustaría mucho que habláramos. Sé que ya lo hemos hecho hasta la saciedad pero es verdad que no me imagino mi vida sin ti.- se hizo el silencio.- No me importa aunque sea una amistad- oigo su risa.- Te echo de menos. Nada tiene sentido sin ti, no te miento. Yo creo que te has equivocado, yo no he cambiado.
El mensaje lo he llegado a oir como tres veces seguidas. Quiero saciarme de oir continuamente su voz. Sin embargo pienso que de momento será imposible hablar con él. Fueron días, meses de autentica pasión al menos para mí pero me temo que ya esos días han desaparecido... al menos para mí.

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