Seguidores

domingo, 2 de septiembre de 2012

El abuelo era un hombre de edad avanzada. La frente ancha mientras que su boca era pequeña. Tenía las mejillas siempre mostrando una alegría permanente. Sus ojos eran grandes y revelaban a través de ellos un brillo que jamás he visto en otra persona. Una fuerza, una energía... Luego, sus cabellos eran blancos totalmente. Ni un rastro del pelo que tuvo en su juventud y que él tanto nombraba pero aún así aquel cabello era fuerte, rígido como todo su cuerpo.
Mi hermano era un chico alto y su pelo era rizado. Siempre fue demasiado silencioso y retraído. Era diferente a todos los demás chicos que yo había conocido. Tuvo siempre poco interés por las cosas que le rodeaban. Lo único que le importaba era dormir y ver los campeonatos de rugby.
Y yo, soy un trocito de cada uno de ellos dos. Mi frente, al abuelo y el pelo a Ivo, mi hermano. Luego los ojos negros a mamá, heredé la alegría y el entusiasmo y esa plena juventud del abuelo.
De papá pocas cosas nos unían y no me parecía a él en pocas cosas por no decir en nada. Éramos la noche y el día...
Mis antepasados como también los de mi abuelo por supuesto, habían sido de raza negra. Procedíamos del cuerno de África pero aún así yo me sentí siempre más de una vez más española que africana. Mamá y la abuela se habían quedado en Somalia mientras que nosotros habíamos podido o huir de aquel desastre, aquella pobreza que aumentaba cada segundo que pasas allí. Cada dos meses o tres recibíamos noticias de ellas contándonos cosas del país, de la gente que como nosotros habían emigrado también a otros países en busca de algo mejor o de la gente, vecinos, gente conocida que aparecía en cada esquina muerte. No había comida, ni agua suficiente para todos.



domingo, 12 de agosto de 2012

Hoy, es de esos días en los que apetece estar en casa. Afuera el frio es intenso y llueve. Desde aquí, desde mi cama puedo ver como las gotas chocan una y otra vez en los cristales de la ventana y además puedo ver como la palmera que está al otro lado de la calle se mueve por el fuerte viento. Parece como si se fuera a caer en la calle mojada. No hay gente, la calle está desierta seguramente la gente como yo ha decicido quedarse también en su casa. Pongo un poco de música, no muy alta para que no le moleste al vecino del quinto y mucho menos me gustaría despertar a mi gato. Se pasaría toda la tarde pidiéndome que le haga mimos o la costumbre de la tarde; carne de gato.
Nada más llegar he puesto a funcionar el contestador. Había dos mensajes; uno de mi padre pregutándome que tal estaba y el mensaje de Gonzalo. Fue tanto lo que sentí cuando oí su voz que aún me pregunto porqué mi corazón de repente se aceleró en pulsaciones, iban a tanta velocidad...
- Me gustaría mucho que habláramos. Sé que ya lo hemos hecho hasta la saciedad pero es verdad que no me imagino mi vida sin ti.- se hizo el silencio.- No me importa aunque sea una amistad- oigo su risa.- Te echo de menos. Nada tiene sentido sin ti, no te miento. Yo creo que te has equivocado, yo no he cambiado.
El mensaje lo he llegado a oir como tres veces seguidas. Quiero saciarme de oir continuamente su voz. Sin embargo pienso que de momento será imposible hablar con él. Fueron días, meses de autentica pasión al menos para mí pero me temo que ya esos días han desaparecido... al menos para mí.

sábado, 11 de agosto de 2012


Nunca nos importó que estuviéramos acurrucados en un incómodo sofá viendo cualquier película ni que la llave estuviera goteando durante todo el día o el escandalo de los vecinos y del ascensor nos impiedera más de una vez oirnos. Nada de eso nos importaba. Estábamos juntos y él me amaba y yo le amaba a un nivel que yo misma era imposible de calcular... cuanto o tanto.




domingo, 5 de agosto de 2012

Cuánto camino recorrido desde aquel día....cuántas emociones, tensiones, angustia y noches sin dormir, noches de insomnio acompañadas de pastillas que me ayudaron a descansar, a no pensar tanto y a levantarme cada día aunque no era nada fácil. Por no contar los dolores de barriga y de cabeza que me produjo todo. No hubo un sólo día que no llorara. No sabía que pasaba, que había hecho mal y lo peor, cómo acabaría todo.¿Me ibas a llamar?.
 Por supuesto, aunque ya no me reconozca como alguien cercano a ti, yo si que no he cambiado como persona. Soy la misma y es imposible sin duda que sea de otra manera. Quizás tenga algo que me haga ser diferente y que por supuesto tú ya no reconozcas en estos momentos;  sé que ya no me quieres y por eso me marcho, me aparto de ti. Pero sin embargo, aunque la sensación duele, hace daño, sé que me he liberado por fin de las cadenas que me han unido durante todo este tiempo a tí. Sí, es como un barco que suelta las amarras que lo retienen en el muelle, así me siento. Debo irme por fin. He descubierto además, que la mayoría de mis miedos que no me dejaban avanzar o ser feliz con la gente que me rodeaba solamente era una creación de mi mente. Podía hacerlo pero me resistía a abandonarte. Ahora, ahora es el momento de seguir adelante con mi vida y sin ti. No sé lo que es el rencor ni el odio, no vivimos juntos con ese sentimiento nunca asi que ahora tampoco me acompaña. Quiero hacer mi vida, "continuar" es mi primer pensamiento cuando me levanto cada día. Deseo que tú también lo hagas. Sigue adelante, busca o encuentra tu felicidad. A lo mejor el destino nos pone en el mismo camino, a lo mejor debemos volver o encontrarnos pero de momento soy la yo que me marcho, no huyo sino... "continúo", esa es mi meta. Mucha suerte, cuídate, cuida de tu salud y de todos los sentimientos que ahora mismo te han apartado de mi. Seré feliz te lo prometo, ellos me ayudarán. Tendré mi propia familia, es lo que más deseo. Lo peor, tú no estarás en mi vida para vivir conmigo ese nuevo cambio... eso, me marcho.

sábado, 4 de agosto de 2012


Llevo días intentando empezar esta carta y mucho más difícil está siendo acabarla. Es mi despedida, mi  huida… no sé cómo llamarla pero, el caso es que me voy. Me llevo conmigo todo lo vivido contigo y todo lo feliz que he sido a tu lado estos años. Y, por supuesto, me llevo conmigo todo lo que ha hecho que tome esta decisión, déjame que me lo lleve, por favor.

Hace meses que no me veo reflejada en tus ojos, que no te beso ni me besas, que no te siento y que además no huelo en ti tu pasión por mí. Aquella pasión que me hizo enamorarme y enloquecer de ti, esa misma mirada que me derritió por dentro cuando me pediste irnos a vivir juntos. Sin embargo, te he esperado aquí, siempre, a que volvieras, a que fueras el mismo de antes. A que quieras mirarme a los ojos y decirme que está pasando. Pero, no lo has hecho. Me hubiera encantado escucharte… en serio. Estaba siempre receptiva, quería que pudiéramos dialogar justo cuando me necesitaras. Quería conseguir que fuéramos los mismos de antes. No ha podido ser. Y lo pienso ahora, y esta sensación de vacío sabía que aparecería en cualquier momento.

Me había dicho a mí misma, miles de veces que estaba preparada para esto… para que se acabara así sin más, sin que luches por lo nuestro. Mi plan, sin duda, era otro; estar juntos toda la vida...

Nuestro final, nuestra historia ha llegado antes de lo que había imaginado, es demasiado pronto….

Lloré muchísimo cuando nos despedimos aquella tarde, cuando volvíamos juntos del cine. Sabía perfectamente que no volveríamos a estar juntos, sabía que el abrazo de aquella noche era un adiós definitivo. Y aunque no lo hubieras dicho en voz alta, lo sabía. Me hubiera encantado escuchártelo decir aunque me doliera mucho más que ahora. Así no hubiera tenido todas las dudas que tenía los siguientes días.

Viví embalsamada en mi dolor, sonámbula, medio dormida con la casa cruzándome con tus fotos, con tu olor, que jamás volvería a oler. Culpándome de algo seguramente no había hecho ¿por qué me has hecho esto?..

Les impedí a todos que me visiten, no quería o que me compadezcan, preferí salir sola de este gran dolor que me ha producido que ya no estés, aquí. Creo que pensaban, sin equivocarse, que no hacía otra cosa que dormir. Creo que incluso tenía la voz ronca de tanto llorar, me molestaban y me ardían los ojos.

¿Qué porqué lloraba, si fui yo quien decidió marcharse?.... porqué pensé que volverías a buscarme, pero te esperé y dudé las últimas semanas que volvieras. No sé si aún te espero.

Y sé perfectamente que mi madre y Sara, mi mejor amiga comenzaron a estar preocupadas .